martes, 25 de octubre de 2011

OCEANIA


Los orígenes según los aborígenes australianos

Al principio la Tierra era una llanura desnuda. Todo estaba oscuro. No había vida, ni muerte. El sol, la luna, y las estrellas dormían debajo de la tierra. También dormían allí todos nuestros antepasados, hasta que, finalmente, se despertaron y salieron de su estado, rompiendo la superficie bajo la que se encontraban.
 Cuando estos antepasados se despertaron, vagaron por la Tierra, a veces adoptando una forma animal (como canguros, emúes o lagartos), otras veces adoptando una forma humana, y otras veces en forma medio humana y medio animal, o mitad humana y mitad planta.
Los Ungambikula eran dos de estos seres, creados así mismos a partir de la nada. Mientras vagaban por la tierra, los Ungambikula encontraron a unos humanos a medio hacer: estaban hechos de plantas o animales, pero eran bultos sin forma. Eran formas vagas y sin terminar, sin miembros ni rasgos distintivos. Se encontraban encogidas, formando una especie de bolas.
Con sus grandes cuchillos de piedra, los Ungambikula esculpieron esos bultos informes, tallando las cabezas, cuerpos, piernas y brazos. Tallaron las caras, y las manos y los pies. Y, al final, los seres humanos fueron acabados. Es por esto que cada hombre y cada mujer debe ser fiel a la planta o al animal del fue creado (como el ciruelo, las semillas de hierba, los lagartos grandes y pequeños, el periquito o la rata).
Una vez hecho este trabajo, nuestros antepasados volvieron a dormirse. Algunos de ellos volvieron a sus casas bajo la superficie de la tierra, otros se transformaron en rocas y en árboles. Los caminos por los que vagaron, son caminos sagrados. Y en todos los sitios donde estuvieron dejaron señales sagradas de su presencia: una roca, una cascada, un árbol.

 

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